domingo, 6 de septiembre de 2015

Mexico D. F. La Columna



COMENTARIO A TIEMPO
CARLOS RAVELO, EL DECANO
Por Teodoro Rentería Arróyave
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QUINTA PARTE

El decano supera, en mucho, las acepciones de los diccionarios, puesto que más que el más viejo de una comunidad, de un gremio, de una universidad o de una escuela de educación superior, se le considera el más sabio.

La XXII entrega del Premio México de Periodismo de nuestra querida Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, fue climática en todos sentidos, más cuando se entregó en correspondiente al decanato al entrañable y fraterno amigo, además de respetado y reconocido colega, licenciado Carlos Fernando Ravelo y Galindo, quien en el acto pronunció un sentido y profundo discurso, que ahora reproducimos, espero con el permiso del autor su columna “En las Nubes”:

“Recibimos en presencia de cientos de colegas, y de autoridades locales y federales  en la anfitriona ciudad de Puebla, la presea México. Se nos otorgó  por trayectoria. Lo hizo el licenciado Teodoro Raúl Rentería Villa, presidente de FAPERMEX. Recordamos al recibir la escultura del mártir del periodismo Ricardo Flores Magón: que al escribir, siempre quien te lee, lo hace con una sonrisa y se entera de lo que no sabe. Y se nos otorgó también el honor de hablar en la cena de gala en el Hotel Presidente Intercontinental:

“Compañeros periodistas de toda la república. Amigos que nos acompañan.
Recibir un reconocimiento de sus pares, es un honor. Ustedes, reporteros como nosotros, nos consideraron dignos de ser merecedores de un galardón Lo aceptamos emocionados. Un estímulo por el trabajo desempeñado. De personas que tunden también las teclas de la verdad. Nada oficial. Pero  si de convicción personal, de ética, de moral, pero sobre todo de compañerismo leal. Nuestra gratitud a todos.
        
Qué orgullo poder dirigirme a ustedes, como el de mayor edad, pero no el más viejo. Acaso el decano con casi setenta años, de los 86 de vida que tengo,  en el ejercicio de esta profesión tan digna. Desde antes que Teodoro,  Raúl,  Fernando, Mario le dieran   por conocimientos adquiridos, la   licenciatura en periodismo.

Ver colegas de toda la república obliga a ser humilde. Recordar que no vengo a dar lección alguna. Sino a charlar con ustedes y recoger experiencias. Así de simple.

Saber que con las letras, practicamos y exponemos la verdad. Nuestra obligación. Y que ha costado, en este Siglo, la vida de cuando menos a un centenar de periodistas. Están con nosotros, como advertencia para no perder el camino.
        
No podemos soslayar que cada día los diarios dan una clase de historia: Enseñan  por lo que dicen y también por lo que callan. Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras. Revelan al mentir, la verdad. Juegan con el pueblo al publicar lo que ordena quien les paga -No te pago para que me pegues, dijo alguna vez un presidente a quien reclamaba estipendio-.

Y con las autoridades, al usar opiniones, rebeldes a veces, pero también sumisas, de sus columnistas. Son filósofos muy mediocres, filosos entre sí. Utilizan, a su modo, el trabajo de nosotros los reporteros. Pero se valen de ello en su provecho. Son paradojas de la vida. Encienden una vela a quien  pagamos y otra al que dice que nos paga.

El pueblo, que vive de su esfuerzo, ya no cree en  el poder. Está frustrado. Y desconfía de los medios. En casi todos. Nos hicieron perder la inocencia. Permea la desilusión. Y aumenta cuando el mismo gobierno se declara inocente de las casas blancas.

Ante ello se responde, no en la prensa, la televisión o radio, en los  que no hay cabida, sino en un medio más poderoso. La comunicación, boca en boca o en internet, medios aún sin la intervención de quienes dicen mandar en el país. Y en los medios.

No hay asombro, no hay  alegría, no hay tristeza. No hay nada. Sangre, sudor y llanto. Cada día nos matan a más colegas. Y salvo nuestro grito en demanda de auxilio, nadie más nos oye. Se cruzan de brazos, se ríen. Pero prometen, eso sí, hacer algo.

La fortaleza estriba en  nosotros, los reporteros. Revelar la verdad del acontecer nacional, es una responsabilidad de la que jamás podremos prescindir. Y a la que nos debemos. Pase lo que pase.

Por último, hace unos días en su condolencia por la muerte de mi amada Bety, el amigo José Antonio me escribió una frase: “Carlos, tienes la fortaleza física y espiritual”.  A ella también le gustó. Buenas Noches”

También aplaudieron los presidentes de Puebla y San Andrés Cholula, Tony Gali y Leoncio Paisano Arias. El embajador de Cuba, Dagoberto Rodríguez Barrera. Y los representantes del Gobernador de la entidad,  del jefe del Ejecutivo Federal y del nuevo titular de Educación Pública”.

Don Carlos, recibe un abrazo fraterno y de reconocimiento a tu gran trayectoria de los Rentería, y obvio, Salud, así con mayúscula. CONTINUARÁ

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