miércoles, 23 de septiembre de 2015

Mexico D. F. La Columna de Teodoro



COMENTARIO A TIEMPO
EL IMER EN UN BALDÍO
Por Teodoro Rentería Arróyave

CUARTA PARTE

La emergencia nos obliga a todo, tomamos el baldío de la parte de atrás de la casona de las calle de Margaritas de la Colonia Florida, donde bajo manteados y mesas de madera rusticas, compradas en los mercados, habilitamos las oficinas del Instituto Mexicano de la Radio, IMER, para cumplir con su cometido informativo y social tras el devastador terremoto del 85.

Cuando nos percatamos que no había ningún reclamo, pedimos a la delegada de Álvaro Obregón, María Angélica Luna Parra, nos pusiera una carpeta de asfalto, puesto que el personal estaba trabajando en pleno piso de tierra, de inmediato atendió nuestra petición. La dueña apareció, creyó en nuestra palabra de que pasada la emergencia le regresaríamos su propiedad previo pago de la renta. Así lo hicimos y la dama no cobró un solo centavo y además pidió que no diéramos a conocer su identidad.

Además del trabajo profesional al que estábamos obligados, teníamos que alternarlo con lo desgastante del rescate de los cuerpos de las víctimas mortales. En un principio nos animaba el haber encontrado con vida a una de las trabajadoras de limpieza, Doña Mary, misma que nos relató como el edificio de 13 pisos se inclinaba como si fuera una tabla que la subes por un extremo a la altura de tus hombros, muebles, utensilios, libros y las propias personas resbalaban en una forma impresionante, rompían los cristales de las ventanas y salían volando a la calle.

Yo pude contener la caída al refugiarme debajo de un escritorio de madera dura que se atoró con algo, afortunadamente dure más de dos días atrapada pero cerca del cubo del elevador que se mantuvo intacto. Es de recordar que el inmueble no cayó, sino que dio una vuelta como un trompo y luego se hundió, de los 13 pisos se redujo a 2 sobre el nivel de tierra.

Los rescatistas de la Cruz Roja, bajaron por cuerda por ese cubo, llamando a los que pudieran haber quedado entre los escombros. Con un cenicero la trabajadora del IMER golpeó todo lo que estaba cerca después de sentir, aseguró, que había muerto. Después de ubicarla, hicieron una horadación. La mujer al no poder salir pidió que le cortaran lo que fuera para salvarse. Estos ángeles de vida la rescataron sana y salva.

Otro caso fue el de un operador del que no teníamos noticia alguna, 36 días después apareció. Nos relato que salió herido del edificio y camino hacía calzada de Tlalpan, donde fue atendido en un puesto de socorros. Perdí la memoria, no sé cuánto tiempo, continuó, cuando ya tuve conciencia, me percate que estaba en Puebla. Con ayuda logre regresar para recuperar mi trabajo. Lo recibimos con aplausos.

Sin embargo, después de tres meses de remoción de escombros con tres excavadoras y dos grúas, el personal nos pidió cesar los trabajos de rescate no obstante que nos faltaba un joven contador recién graduado del Instituto Politécnico Nacional.

Lo consulte con el subsecretario de Gobernación, doctor Fernando Pérez Correa, quien dio la orden terminante, que siga el trabajo hasta encontrarlo, antes le dije que su padre, también trabajador del IMER, no se movía del lugar. 17 días después una retroexcavadora lo saco desmembrado. Por la noche fue cremado su cuerpo en un panteón lejano del Estado de México. Su padre pidió que quedaran sus cenizas en un nicho de la Basílica. Durmiendo por turnos pequeños cumplimos, no obstante que el IMER funcionaba en un baldío.

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