COMENTARIO A TIEMPO
LA MUERTE COMO DETONANTE
Por Teodoro Rentería Arróyave
Tenía que morir ahogado un niño, que una reportera gráfica
tomara la dramática foto, que la subiera a la red y las redes sociales la
reprodujeran en todo el mundo, para que la humanidad en general y los
gobernantes hiciéramos conciencia del dolor que entraña ser inmigrante.
Juan Carlos Camaño, presidente de la Federación
Latinoamericana de Periodistas, hizo un análisis certero del drama en un
artículo que tituló: “Sobre las causas de otra muerte anunciada. Ni media
palabra”, que es una denuncia del infanticidio generalizado y un llamado a la
solidaridad humana.
Empieza por describir la tragedia: “Un niño muerto a orillas
de la playa de Bodrum, en Turquía, no deja de ser una muestra más de los
millones de niños que mueren a manos de la globalización capitalista. Puede
ocurrir en un basural: buscando comida; en un hospital: resecos, deshidratados,
con los ojos desorbitados; en las cloacas de la drogadicción: de los sin
destino, o de los destinados a ser, invariablemente, carne de cañón”.
“Aylan Kurdi no es apenas el niño de una foto que registra
otro asesinato” -describe certero-, “es todos los niños que tiemblan
aterrorizados, gritan desesperados, lloran, corren hacia alguna parte, bajo las
bombas de cada día que nunca han dejado de caer en Irak, en Palestina, en
Libia, en Siria, en Afganistán. Las bombas que ayer y anteayer cayeron en
Yugoslavia, Granada, Panamá, en grandes extensiones de África”.
Y viene la denuncia: “Quién podría no haber imaginado que el
mundo se llenaría de gentes escapando al compás del hambre y de la muerte.
Aylan Kurdi, en la foto de primera plana de todos los diarios y noticieros del
mundo, es –si no les parece mal a quienes se rasgan las vestiduras hablando de
“la imagen que avergüenza a Europa”- todos los niños mutilados, asesinados,
desposeídos, huérfanos: de madres y padres también mutilados y asesinados, y,
sumidos –antes de ser borrados del mapa- en la terrible orfandad del
analfabetismo y la explotación a un dólar diario”.
El niño Aylan es todos los niños, mujeres y hombres víctimas
de una política depredadora que -motorizada por EE.UU. y secundada en primer
lugar por Alemania y en distintas escalas por una Europa de entraña
colonizadora- invade países, roba sus recursos estratégicos, persigue, tortura,
mata e inventa al ISIS: al que ahora, azuzando el caos, se usa como el monstruo
de mil cabezas para la destrucción de ciudades enteras y de cientos de miles de
vidas humanas.
“¿Es ético o no publicar dicha foto? Se preguntaban” –los
dueños de los medios-. “Otra vez las disquisiciones sobre ética en un mundo que
está de sangre y hambre hasta la coronilla, por imperio de un sistema global
mafioso e inhumano. ¿Qué ética? ¿De quiénes? ¿La de los países ricos a costilla
de los países saqueados históricamente?”
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