COMENTARIO A TIEMPO
EL IMER EN UN BALDÍO
Por Teodoro Rentería Arróyave
CUARTA PARTE
La emergencia nos obliga a todo, tomamos el baldío de la
parte de atrás de la casona de las calle de Margaritas de la Colonia Florida,
donde bajo manteados y mesas de madera rusticas, compradas en los mercados,
habilitamos las oficinas del Instituto Mexicano de la Radio, IMER, para cumplir
con su cometido informativo y social tras el devastador terremoto del 85.
Cuando nos percatamos que no había ningún reclamo, pedimos a
la delegada de Álvaro Obregón, María Angélica Luna Parra, nos pusiera una
carpeta de asfalto, puesto que el personal estaba trabajando en pleno piso de tierra,
de inmediato atendió nuestra petición. La dueña apareció, creyó en nuestra
palabra de que pasada la emergencia le regresaríamos su propiedad previo pago
de la renta. Así lo hicimos y la dama no cobró un solo centavo y además pidió
que no diéramos a conocer su identidad.
Además del trabajo profesional al que estábamos obligados,
teníamos que alternarlo con lo desgastante del rescate de los cuerpos de las
víctimas mortales. En un principio nos animaba el haber encontrado con vida a
una de las trabajadoras de limpieza, Doña Mary, misma que nos relató como el
edificio de 13 pisos se inclinaba como si fuera una tabla que la subes por un
extremo a la altura de tus hombros, muebles, utensilios, libros y las propias
personas resbalaban en una forma impresionante, rompían los cristales de las
ventanas y salían volando a la calle.
Yo pude contener la caída al refugiarme debajo de un
escritorio de madera dura que se atoró con algo, afortunadamente dure más de
dos días atrapada pero cerca del cubo del elevador que se mantuvo intacto. Es
de recordar que el inmueble no cayó, sino que dio una vuelta como un trompo y
luego se hundió, de los 13 pisos se redujo a 2 sobre el nivel de tierra.
Los rescatistas de la Cruz Roja, bajaron por cuerda por ese
cubo, llamando a los que pudieran haber quedado entre los escombros. Con un
cenicero la trabajadora del IMER golpeó todo lo que estaba cerca después de
sentir, aseguró, que había muerto. Después de ubicarla, hicieron una
horadación. La mujer al no poder salir pidió que le cortaran lo que fuera para
salvarse. Estos ángeles de vida la rescataron sana y salva.
Otro caso fue el de un operador del que no teníamos noticia
alguna, 36 días después apareció. Nos relato que salió herido del edificio y
camino hacía calzada de Tlalpan, donde fue atendido en un puesto de socorros.
Perdí la memoria, no sé cuánto tiempo, continuó, cuando ya tuve conciencia, me
percate que estaba en Puebla. Con ayuda logre regresar para recuperar mi
trabajo. Lo recibimos con aplausos.
Sin embargo, después de tres meses de remoción de escombros
con tres excavadoras y dos grúas, el personal nos pidió cesar los trabajos de
rescate no obstante que nos faltaba un joven contador recién graduado del
Instituto Politécnico Nacional.
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