COMENTARIO A TIEMPO
CARLOS RAVELO, EL DECANO
Por Teodoro Rentería Arróyave
.
QUINTA
PARTE
El decano supera, en mucho, las acepciones de los
diccionarios, puesto que más que el más viejo de una comunidad, de un gremio,
de una universidad o de una escuela de educación superior, se le considera el
más sabio.
La XXII entrega del Premio México de Periodismo de
nuestra querida Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX,
fue climática en todos sentidos, más cuando se entregó en correspondiente al
decanato al entrañable y fraterno amigo, además de respetado y reconocido
colega, licenciado Carlos Fernando Ravelo y Galindo, quien en el acto pronunció
un sentido y profundo discurso, que ahora reproducimos, espero con el permiso
del autor su columna “En las Nubes”:
“Recibimos en presencia de cientos de colegas, y de
autoridades locales y federales en la anfitriona
ciudad de Puebla, la presea México. Se nos otorgó por trayectoria. Lo hizo el licenciado Teodoro
Raúl Rentería Villa, presidente de FAPERMEX. Recordamos al recibir la escultura
del mártir del periodismo Ricardo Flores Magón: que al escribir, siempre quien
te lee, lo hace con una sonrisa y se entera de lo que no sabe. Y se nos otorgó
también el honor de hablar en la cena de gala en el Hotel Presidente
Intercontinental:
“Compañeros periodistas de toda la república. Amigos
que nos acompañan.
Recibir un reconocimiento de sus pares, es un honor.
Ustedes, reporteros como nosotros, nos consideraron dignos de ser merecedores
de un galardón Lo aceptamos emocionados. Un estímulo por el trabajo
desempeñado. De personas que tunden también las teclas de la verdad. Nada
oficial. Pero si de convicción personal,
de ética, de moral, pero sobre todo de compañerismo leal. Nuestra gratitud a
todos.
Qué orgullo poder dirigirme a ustedes, como el de
mayor edad, pero no el más viejo. Acaso el decano con casi setenta años, de los
86 de vida que tengo, en el ejercicio de
esta profesión tan digna. Desde antes que Teodoro, Raúl,
Fernando, Mario le dieran por
conocimientos adquiridos, la
licenciatura en periodismo.
Ver colegas de toda la república obliga a ser humilde.
Recordar que no vengo a dar lección alguna. Sino a charlar con ustedes y
recoger experiencias. Así de simple.
Saber que con las letras, practicamos y exponemos la
verdad. Nuestra obligación. Y que ha costado, en este Siglo, la vida de cuando
menos a un centenar de periodistas. Están con nosotros, como advertencia para
no perder el camino.
No podemos soslayar que cada día los diarios dan una
clase de historia: Enseñan por lo que
dicen y también por lo que callan. Quizá por eso sus silencios dicen más que
sus palabras. Revelan al mentir, la verdad. Juegan con el pueblo al publicar lo
que ordena quien les paga -No te pago para que me pegues, dijo alguna vez un
presidente a quien reclamaba estipendio-.
Y con las autoridades, al usar opiniones, rebeldes a
veces, pero también sumisas, de sus columnistas. Son filósofos muy mediocres,
filosos entre sí. Utilizan, a su modo, el trabajo de nosotros los reporteros. Pero
se valen de ello en su provecho. Son paradojas de la vida. Encienden una vela a
quien pagamos y otra al que dice que nos
paga.
El pueblo, que vive de su esfuerzo, ya no cree en el poder. Está frustrado. Y desconfía de los
medios. En casi todos. Nos hicieron perder la inocencia. Permea la desilusión. Y
aumenta cuando el mismo gobierno se declara inocente de las casas blancas.
Ante ello se responde, no en la prensa, la televisión
o radio, en los que no hay cabida, sino
en un medio más poderoso. La comunicación, boca en boca o en internet, medios
aún sin la intervención de quienes dicen mandar en el país. Y en los medios.
No hay asombro, no hay
alegría, no hay tristeza. No hay nada. Sangre, sudor y llanto. Cada día
nos matan a más colegas. Y salvo nuestro grito en demanda de auxilio, nadie más
nos oye. Se cruzan de brazos, se ríen. Pero prometen, eso sí, hacer algo.
La fortaleza estriba en nosotros, los reporteros. Revelar la verdad del
acontecer nacional, es una responsabilidad de la que jamás podremos prescindir.
Y a la que nos debemos. Pase lo que pase.
Por último, hace unos días en su condolencia por la
muerte de mi amada Bety, el amigo José Antonio me escribió una frase: “Carlos,
tienes la fortaleza física y espiritual”. A ella también le gustó. Buenas Noches”
También aplaudieron los presidentes de Puebla y San
Andrés Cholula, Tony Gali y Leoncio Paisano Arias. El embajador de Cuba,
Dagoberto Rodríguez Barrera. Y los representantes del Gobernador de la entidad,
del jefe del Ejecutivo Federal y del
nuevo titular de Educación Pública”.
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